Esta semana vivimos una de esas experiencias que se quedan grabadas en la memoria: una excursión al monte que fue mucho más que una simple salida. Pasamos una mañana maravillosa rodeados de naturaleza, aire puro y buena compañía, y culminamos la aventura compartiendo una comida en la cima que supo a premio.
Salimos temprano, con mochilas cargadas de ilusión y bocadillos, listos para disfrutar de una jornada diferente. El sendero nos recibió con el canto de los pájaros, árboles altos que nos daban sombra y un camino lleno de pequeñas sorpresas: mariposas, flores silvestres y hasta algún conejo curioso que se dejó ver entre los matorrales.
La subida fue poco a poco, disfrutando cada paso, cada parada para tomar agua o simplemente mirar el paisaje. Risas, charlas y ese entusiasmo que solo se siente cuando se está al aire libre.
Al llegar a la cima, el esfuerzo valió totalmente la pena. Las vistas eran espectaculares: un mar de montañas y campos a nuestros pies, con el cielo despejado como techo. Allí nos sentamos, todos juntos, y compartimos una comida sencilla pero deliciosa, hecha aún mejor por el entorno y la compañía.
Algunos se tumbaron un rato al sol, otros exploraron los alrededores, y todos coincidimos en lo mismo: hacía falta un día así. Desconectar, respirar y disfrutar del momento presente.
Gracias a todos los que participaron y lo hicieron posible. ¡Ya estamos pensando en la próxima salida!